Hechos 17:1-9

17:1 Pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos.
17:2 Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos,
17:3 declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo.
17:4 Y algunos de ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y con Silas; y de los griegos piadosos gran número, y mujeres nobles no pocas.
17:5 Entonces los judíos que no creían, teniendo celos, tomaron consigo a algunos ociosos, hombres malos, y juntando una turba, alborotaron la ciudad; y asaltando la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo.
17:6 Pero no hallándolos, trajeron a Jasón y a algunos hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá;
17:7 a los cuales Jasón ha recibido; y todos éstos contravienen los decretos de César, diciendo que hay otro rey, Jesús.
17:8 Y alborotaron al pueblo y a las autoridades de la ciudad, oyendo estas cosas.
17:9 Pero obtenida fianza de Jasón y de los demás, los soltaron.

 

Alrededor del año 51 de la Era Cristiana, Pablo estaba en el inicio del primer viaje misionero.  En el primer viaje Pablo estuvo simplemente predicando en lo que llamamos hoy  Asia Menor, algunas islas, y lo que es hoy Turquía, para volver a lo que llamamos el Concilio de Jerusalén, en el año 50.

Más o menos en la época del 50 Pablo se separa de Bernabé y toma consigo a Sila y emprende  su segundo  viaje misionero.    En este segundo viaje misionero él recibe una visión donde un varón macedonio le dice pasa acá y predícanos el mensaje.  Pablo entra a Macedonia, que es lo que llamamos hoy Grecia, la parte Norte de Grecia, y allí empieza a predicar en la ciudad de Filipos.  Es allí donde Pablo le dice al carcelero cree y serás salvo tú y tu casa, y nosotros tomamos posesión de esa palabra.  Saliendo de allí, de Filipos, pasó por algunas ciudades y llega a Tesalónica.  Dice la Palabra que aquí, por tres semanas, o tres días de reposo, el discutía con los judíos, y algunos judíos reciben el mensaje.

Cuál era el mensaje de Pablo?  Que era necesario que el Cristo padeciese, y que Jesús era el Mesías elegido y que tenía que ser recibido como rey.

Noten, por favor, pues éste fue el mensaje que Pablo les predicó. Una vez Pablo predica este  mensaje, dice la Palabra del Señor, que algunos judíos creyeron el mensaje, pero muchos gentiles fueron tocados; fueron impactados por este mensaje. La Palabra nos relata que algunos judíos celosos  levantaron una sedición; soliviantaron al pueblo y buscaron a Pablo en la casa donde él se hospedaba, que era en la casa de Jasón; pero al no encontrarle, tomaron a Jasón y lo llevaron a las autoridades, y dijeron unas palabras que ha marcado a la iglesia actual:  “Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá” (Hch. 17:6).

Dice la Palabra: los que trastornan; esta palabra es la palabra anastatosantes, que viene de Anastot.  Ana significa levantar, y el resto significa poner en pie.  Entonces, esta palabra significa  levantar algo que esta caído, algo que está derribado.  En otra interpretación, trastornar es voltear.  Donde hay muerte, establecer vida; donde hay perdición, establecer salvación; donde hay guerra, establecer paz.  Está hablando no solo de hacer una ligera reforma.  El evangelio no viene a reformarte ligeramente, el evangelio no viene a maquillarte, ni a darte un matiz religioso.  Cristo no vino a cambiar tu agenda, vino a trastornarte y trastornarte.  La palabra trastornar tiene que ver con un cambio profundo, no es reformación.  Cristo no te a va a reformar; El viene a matarte, y a darte vida.  Hay un hombre viejo que tiene  que morir y hay un hombre nuevo que tiene que nacer.

Los trastornadores son proactivos.  La Palabra de Dios dice que Pablo se puso en pie y empezó a proclamar que era necesario que el Cristo padeciese, que muriese, que padeciese afrentas, pero que también era necesario que el Cristo resucitase, que fuere resucitado en gloria, y que ése Cristo se llama Jesús; que Jesús es la vida.

Hay personas que están esperando que algo sobrenatural ocurra para ellos saber lo que tienen que hacer.   Los que trastornan no están pidiéndole permiso a la derecha para poner la izquierda. Los que trastornan dicen:  ya Dios me dio la orden, ya Jesús lanzó el grito de ataque:  “Id y haced discípulos”,” las puertas del infierno no prevalecerán contra el empuje de la iglesia”.  Ya El dijo: yo te doy autoridad sobre todo poder del enemigo.  “Podrás hoyar serpientes y escorpiones y ninguna fuerza del enemigo os hará daño”.  Ya el grito de ataque fue lanzado.

Hay gente que está esperando algo sobrenatural para predicar.  Porque hay personas que están en la iglesia simplemente para ocupar una posición, para ocupar una silla.  Dios no te ha llamado a ser un número más.  Dios nos llamó para que seamos trastornadores.  Dondequiera que llegas hay un antes y un después.    Donde tú te ubicas hay un empoderamiento del cielo que te dice a ti:  yo te he dado propósito.  Yo voy  a cambiar tu casa.  Tiene que venir un rompimiento, tiene que venir algo, algo tiene que desatarse. Los que trastornan son proactivos.  Están haciendo la obra de Dios.  Hay personas que están esperando algo grande.

 Los trastornadores  traen un mensaje puro: el mensaje de Jesús.   Era necesario que el Cristo padeciese y muriese.   Y éste Cristo es Jesucristo.  Y éste Cristo, el Mesías, es Jesús.  Pero tenemos que decirte que este mensaje es radical.  Es un mensaje contradictorio; porque ante un pueblo judío que estaba esperando la manifestación del Mesías para que los redimiese del dominio y del yugo del imperio romano.

Los judíos, que por siglos, esperaban la manifestación del Cristo, el Mesías, para deshacerse de los impíos  paganos, foráneos y crueles romanos.  Ellos no podían ver al Cristo humillado, al Cristo crucificado y por eso, por años  y por siglos, predicaron solo el mensaje de un Cristo exaltado, un medio mensaje.  Pero no podían ver a  Isaías 53.  No podían ver al Cristo humillado, porque si es cierto que la Biblia nos presenta al Cristo exaltado, también los profetas nos hablan del Cristo crucificado, del Cristo que murió por nuestros pecados.

Ellos que esperaban a un Cristo reinante, no pudieron ver al Cristo crucificado.  Cuando Pablo les hablaba del Cristo crucificado le estaba rompiendo sus paradigmas, sus conceptos religiosos, sus tradiciones de hombres.  Por lo tanto, el mensaje del evangelio, era un mensaje que producía contiendas, sedición, contradicción.  Es un mensaje contradictorio para muchos;  es un mensaje radical para otros.

Pero por otro lado, estaban los gentiles.  Los gentiles eran los griegos; no tenían un concepto de lo que era una ética, una moral, un principio.  Los gentiles tenían una cultura helenística.  Donde predominaba la filosofía epicúrea.  Los epicúreos decían que debía priorizarse  el placer, disfrutar.  Dios nos envió la divinidad sobre esta tierra para que nosotros pudiésemos llegar a lo que ellos llamaban el placer, la felicidad interna.

Nada era malo o bueno de acuerdo a tus conceptos.  Si eras feliz con diez esposas, no había problemas con eso.  Era una cultura que tenía una moral laxa, unos principios muy débiles.  A diferencia de la cultura hebrea que tenía arraigada los principios de los diez mandamientos.  Tenía una moral, unos principios, una ética muy rígida, muy hermética.  Sin embargo, los gentiles tenían problemas con los principios, con los valores.  Por eso, cuando Pablo les predicaba el evangelio, ellos no tenían problema con tener varias esposas y ser cristianos.

Porque en su cultura, en su formación helenística, ellos no veían esto como algo pecaminoso, como algo contaminante,  Pablo tiene que  predicarle en los libros de Tesalónica y les habla en contra del adulterio, en contra de la ociosidad.  La cultura griega era una cultura que estaba dedicada a la contemplación, al placer, a la ociosidad.  Sin embargo, cuando Pablo les trae un mensaje, les enseña que en Cristo no podemos vivir la vida vieja, que no podemos seguir pecando.  Que el que tenga su esposa la tenga en dignidad y en honestidad.  Que si antes tenías una esposa y cinco sucursales, quédate con tu esposa y cierra las sucursales.  Que no podemos vivir de la ociosidad; que no podemos vivir sin principios, sin valores.

Jesús no solo te salva, te enseña a vivir de manera correcta.  Seamos santos, porque Dios es santo.  Por lo tanto, el mensaje del evangelio es un mensaje radical, contradictorio.  Para muchos escandaloso; pero Pablo no disminuyó el mensaje ni lo adornó. El mensaje del evangelio no se adorna.  Se deja tal como es. Hay que predicar la palabra sin añadir un milímetro, pero sin quitarle nada.  El mensaje se predica completo.  Cristo es el Hijo de Dios, nació de la Virgen María; vivió durante 33 años, murió en la cruz por nuestros pecados.  Resucitó, ascendió a los cielos y está a la diestra del Padre hasta  que Dios ponga a todos sus enemigos bajo el estrado de sus pies.

Pastor:  usted cree en el cuento de Adán y Eva?  No es un cuento, es verdad.

Amamos a los homosexuales, pero le predicamos la verdad.  Amamos los homosexuales, pero la homosexualidad es pecado.  En Cristo hay poder para cambiar tu vida.

No menospreciamos a las rameras y prostitutas.  Entendemos que están sometidas bajo una vida difícil.  La amamos, las recibimos; no podemos echarlas a un lado por su condición.  Pero tenemos que decirles que en Cristo hay un cambio.  En Cristo hay cambios.

El Evangelio no hay que adornarlo; no hay que adornarlo con palabras emotivas.  El Evangelio no se maquilla con un mensaje humanista, con un mensaje de la metafísica.  Debemos predicarlo completo, prediquémoslo tal como está escrito.  Seamos fieles a la Palabra.  En Él hay poder para sacar al más vil pecador del lodo cenagoso; porque en Él hay poder para sacar al más pecador, al más pervertido y sacarlo desde el fondo del pozo con las manos poderosas de Dios y levantarlo, y limpiarlo.

2 Cor. 5:17

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

1 Cor. 1:18

Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. 

Pastor Elvis Sahad

 

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