“Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada:

Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto” (1 Pedro 5:1-2).

Junto con el pastor, el ministerio de ancianos es el gobierno de la iglesia.  Los mismos trabajan como consejeros pastorales, velando por la vida espiritual de sus miembros y el correcto funcionamiento de la iglesia.

Desde tiempos antiguos, el pueblo de Dios reconocía a los ancianos por sus dones de liderazgo, sabiduría y justicia. Se consagraban para administrar justicia, resolver disputas y guiar a las personas bajo su responsabilidad.

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